Por M.A. Víctor A. Pérez
En este artículo
analizaremos a aquellos políticos que aún creen que la vieja política, marcada
por el "síndrome del candidato fantasma", sigue funcionando.
Cuando se inician los procesos
de formación de comités en los diferentes sectores de la República Dominicana,
todos buscan a los líderes más reconocidos en cada comunidad. Los síndicos,
regidores, senadores, diputados y los posibles ministros son los más frecuentes
en esta práctica, donde, sin importar el lugar, están siempre presentes para
cualquier reunión.
Muchos lectores de este
artículo habrán escuchado las típicas frases de los políticos: “Este es mi
número, puedes llamarme a cualquier hora”, “Mi oficina está abierta para ti”,
“Desde que ganemos, serás de los primeros en ver los resultados”, o “Dime la institución
en la que quieres estar, y gestionaremos tu nombramiento”. Sin embargo, estas
palabras, en la mayoría de los casos, se quedan solo en promesas.
Cuando esos candidatos
ganan, muchos celebran con orgullo diciendo "ganó mi candidato", pero
lo que pocos imaginan es que ese compromiso terminó en el momento en que el
candidato fue declarado ganador. Todo cambia: ya no se pueden organizar reuniones,
las llamadas no son atendidas, y si te presentas en su despacho sin cita, es
probable que no encuentres forma de ser recibido.
Señores políticos, esto
no funciona. El voto más fuerte que puede tener un candidato es el "voto
de castigo". Cuando intentas regresar al sector que te llevó al poder y
todos dicen: "Ese no le cumplió a su equipo" o "Nunca más volvió",
te enfrentas a un líder que ahora tiene un único propósito: verte perder en las
próximas elecciones.
La arrogancia de muchos
candidatos, que en muchos casos delegan en sus asistentes la tarea de humillar
a los líderes que los apoyaron, solo conduce a la destrucción de esos vínculos.
¿Quién querría trabajar con alguien así?
¿Por qué no analizar a
esos candidatos que han permanecido en el mismo cargo por años? Su partido
puede subir y bajar, pero ellos siguen en su posición. Son personas que, al día
siguiente de terminar las elecciones, ya están trabajando en los compromisos
con sus compañeros.
Cuando se asumen
compromisos laborales, es casi imposible cumplirlos todos, pero al menos es
importante dar la cara. No todos buscan un empleo; algunos solo quieren sentir
el respaldo de su candidato.
Son muchos los
funcionarios que, al llegar a una institución, olvidan cómo llegaron allí.
Señores, no están en ese cargo solo por su conocimiento; hicieron un trabajo
político, y esa es la razón por la que fueron elegidos. Cuando buscaban a esos
líderes desde las 8:00 a.m. para que los acompañaran, nunca hablaron de
"profesionalismo".
También debemos
reflexionar sobre esos líderes políticos que quieren ser tomados en cuenta,
pero no alcanzaron ni siquiera el bachillerato. No pueden dirigir un
departamento; deben entender que todo ha cambiado y que existen grupos
ocupacionales con topes salariales. En buen dominicano: hay que aceptar lo que
se pueda.
Por otro lado, están
quienes invierten en su formación profesional. Estas personas no tienen excusas
para no recibir la oportunidad de gestionar con calidad, aunque su ingreso se
haya dado por razones políticas.
Cierro este artículo
mencionando a los colaboradores institucionales que dicen: "No es justo
que me cancelen, pues realizo mi trabajo con calidad profesional". Cuando
entraron, seguramente pensaron lo mismo, pero ¿sabrá Dios si la persona a la que
reemplazaron tenía más profesionalismo? Lo que es cierto es que llegó al poder
alguien que reconoció su esfuerzo. No llegaron por conocimiento, llegaron por
política. Si bien es cierto que algunas personas inician por concurso, el 90%
empieza gracias a la intervención de algún amigo político.
El 2026 está a la vuelta
de la esquina, y pronto todos tendrán que salir nuevamente en busca de sus
militantes. Reflexionen sobre estas simples palabras de alguien que ama la
política, pero que siempre ha dado mayor importancia a su formación profesional.
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